La aventura de renovar el pasaporte en Europa
O
mano derecha sobre cuadrado rojo
Uno puede pensar que renovar el pasaporte es un trámite burocrático que no debería llevar demasiado tiempo.
La realidad, es un poco más compleja. Este es mi caso. Quería renovar el pasaporte, llamé al consulado y fueron muy amables y me dijeron que me tenía que registrar en Internet y pedir cita. Me dijeron cómo saber el nombre de usuario y contraseña. Y bueno, lo busqué y la verdad es que tardé un buen cuarto de hora porque no estaba tan evidente en la web y había que buscar un poquito. Luego lo encontré y pedí la cita para un par de semanas. Estaba bien, todo correcto por el momento.
Estaba ya preparándome para ir y me dije me llevo el DNI o la carta de identidad de aquí. No voy a necesitar ambas. Pero fui precavido y al final me llevé las dos. Menos mal, porque si me dejo una tengo que volver a casa y pedir cita para otro día. Llego al consulado, fueraue había un coche apartado, hay un montón de mujeres árabes con velo, con niños.
Me dije a mi mismo, esto parece un poco Ceuta. Y bueno, paso el control, y de Ceuta pasé a Casablanca, por lo menos, porque allí había dos familias árabes marroquíes con tres niños cada uno. El ambiente parecía una guardería a la hora del recreo. Una niña tocando el tambor en una plancha de metal, otros niños corriendo. La mamá gritaba: Aisha, Aisha, no lo hagas. Y la niña pasaba ampliamente y seguía dando al tambor.
Había en la sala de espera unas dos familias, cuatro personas adultas con tres cada uno, seis niños, yo y otro español jovencito que estaba ahí con sus cascos y pasaba de todo.
Mi previsión fue correcta, había un señor de marroquí, Mohamed, que se tuvo que volver a casa porque no tenía uno de los dos documentos que le pedían aparte del pasaporte. Y yo, menos mal, me he salvado, he sido inteligente y menos he traido todo preparado, tengo la cita, el pasaporte y los dos documentos.
Dicen mi nombre y me acerco. Me mira el señor de la ventanilla, el funcionario, y me dice mano derecha sobre cuadrado rojo. Yo me quedé un poco así, confundido, que puede significar esa frase, yo hablo español, debería entenderlo, no me está hablando en otro idioma. Estamos aquí en el consulado, eso es español lo que me ha dicho. ¿Pero cómo que mano derecha sobre cuadrado rojo? No había ningún cuadrado rojo en ningún lado. ¿Y mano derecha? ¿miraba mano derecha casi le enseño el puño izquierdo pensando que era una pregunta política, de que lado soy si de izquierdas o de derechas
Digo perdón, es que no le entiendo. Y me vuelvo a decir ya enfadado, como si fuera tonto mano derecha sobre cuadrado rojo. Vuelvo a mirar otra vez y de repente pum. Aparece una luz roja en forma de cuadrado en una especie de cajita que tenían allí. Digo ah, pero ahora hay una luz roja y antes no . Ni se inmutó el señor.
El dedo en el cuadrado rojo, dijo con voz brusca. Bueno, pongo los dedos, no sé qué pasaba, pero no funcionaba bien, no sé si estaba sucio o qué es lo que pasaba con esa cajita, con la luz roja que había aparecido.
Y me dice Señor, es que tiene el dedo muy gordo.
Y yo dije ¿Y qué? ¿Es mi culpa de tener el dedo gordo?
No, no ha dicho que sea su culpa. Bueno, el señor, ya súper borde. Al final hago todo el proceso y me manda otra ventanilla. Típico. Voy a la otra ventanilla, era el mismo señor y me da un papel ahí con letra muy pequeñita que no podía leer y me dije que tengo que ir a esta web aquí al cabo de un tiempo y mirar si ya tengo el pasaporte.
Yo cojo el papel y me voy. Me sentí un poco mal porque me habían tratado como si fuera tonto por no saber dónde estaba el cuadrado rojo. Pero él me dice
Oye, no se vaya, no se vaya…
Y yo pensado ¿Qué ha pasado? ¿Qué he hecho?
Y viene el señor y me dice que tengo que pagar. Es verdad, con el Fisco me he encontrado. Y bueno, fui allí a pagar los €30 y ya conseguí irme del consulado.
En el camino de vuelta a mi casa me sentía mal. ¿Mal por qué? Porque me habían tratado como tonto directamente. Que yo no entendía la frase misteriosa de la mano derecha sobre el cuadrado rojo, que no había cuadrado rojo hasta que el señor puso el botón. Pero encima me voy, pago y soy tonto. Y no sé, pero luego también pensé, que experiencia tan traumática he pasado en tan solo 15 minutos. No hablo solo el funcionario, lo más grave era esa niña tocando el tambor y la madre gritando que parara, eso fue lo que realmente nos ponía la cabeza todos como un bombo. Y este señor funcionario, el que me llamó tonto, bueno, no me lo llamó, pero lo insinuó o yo lo interpreté así lleva. El llevaba fácilmente un par de horitas aguantando y escuchando todo el panorama.
Y así me marche, recordando el proverbio anónimo
sunt pueri pueri, pueri puerilia tractant
son niños, solo niños y los niños hacen cosas de niños
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