La maldición del Magreb. Notas sobre las historias de Túnez y Hammamet.

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Luis IX y la octava cruzada.

Año 1270.
La Octava Cruzada, en 1270, llevó a Luis IX frente a Túnez, ciudad a la que puso sitio. Si bien al rey lo impulsaban móviles religiosos, no era el caso de su hermano, el bastante más terrenal Carlos de Anjou, rey de Nápoles, cuyos intereses en Italia, que lo vincularon estrechamente al papado, lo pusieron en situación de acabar con la competencia de los mercaderes tunecinos del Mediterráneo.
La expedición fue un desastre. Buena parte del ejército fue atacado por la disentería o, según el historiador Fernand Destaing, por la fiebre tifoidea, al igual que el propio Luis IX, que murió sin haber conseguido su objetivo, el 25 de agosto de 1270, asistido por su capellán personal, fr. Juan de Douai, monje trinitario.
A su muerte le sucedió en el trono su hijo, Felipe el Atrevido.

Raimundo Lulio, el filósofo y predicador.
Año 1307.

En 1307, Ramon Llull viajó al norte de África a continuar predicando, pero, enfrentado con un grupo de musulmanes, estuvo a punto de ser lapidado. Deseoso de salir de allí, se dirigió a la ciudad italiana de Pisa. Pero el buque que lo transportaba se hundió, y el monje mendicante fue uno de los pocos supervivientes del naufragio, logrando alcanzar la costa italiana después de una dura lucha contra la tempestad.

Año 1315.
Terminado el Concilio de Vienne , Ramon viajó a Túnez para continuar misionando. Es este trayecto escribió Liber de Deo et de mundo ("Libro acerca de Dios y el mundo") y Liber de maiore fine intellectus amoris et honoris ("Libro acerca del fin mayor de la inteligencia: el amor y el honor"). Ambas están fechadas en diciembre de 1315 y serían sus últimas obras.
Se desconoce la fecha exacta de su muerte. Se considera que falleció entre 13151 y 1316, cuando regresaba de su viaje desde Túnez hacia Mallorca. Ciertos cronistas afirmaron que fue linchado por una turba de airados musulmanes en Bugía, de lo que no hay prueba formal aunque padeciera prisión, golpes e insultos.
Está enterrado en la Basílica de San Francisco de Palma de Mallorca.

Año 1492.
Tras la caída del ultimo reino musulmán en España comenzaron a llegar los moros musulmanes y los judíos andalusíes, quienes huían de la pérdida del Reino de Granada y ocasionaron problemas de asimilación.

Barbarroja, el pirata berberisco.
Año 1505.
Los soberanos españoles Fernando II de Aragón e Isabel I de Castilla decidieron proseguir la Reconquista hasta las costas magrebíes con el fin de proteger sus propias costas. En una década, tomaron las ciudades de Mazalquivir, Orán, Bugía, Trípoli y el islote situado frente a Argel.
Para liberarse, las autoridades de la ciudad solicitaron la ayuda de dos corsarios famosos de origen griego: los hermanos Baba Aruj y Jeireddín Barbarroja. Ello se debió a que la piratería en el Mediterráneo era para entonces "una institución antigua y generalizada".
Esta intervención fue un acontecimiento importante que dio inicio a un período de confrontación entre España y el Imperio otomano por el dominio de los territorios del Magreb, con excepción de Marruecos, y de la cuenca occidental del Mediterráneo.

Año 1534.

En 1534 Barbarroja partió de Estambul con 80 galeras y en abril conquistó Koroni, Patras y Lepanto, que estaban bajo dominio español. En julio de 1534 cruzó el estrecho de Mesina e incursionó en las costas de Calabria, capturando una gran cantidad de naves enemigas. Luego destruyó el puerto de Cetraro y todas las naves allí ancladas. El mismo mes apareció en Campania y saqueó las islas de Capri y Procida, antes de bombardear los puertos del golfo de Nápoles. Continuó incursionando en varios puertos italianos hasta llegar a Ostia cerca del río Tíber, causando que las iglesias en Roma tocaran sus campanas en señal de alarma.
Luego zarpó al sur, apareciendo en Ponza, Sicilia y Cerdeña, antes de tomar Túnez en agosto de 1534, causando la huida de su gobernante, el sultán Mulei Hassan.
Mulei Hassan pidió ayuda a Carlos I para recuperar su reino, y como resultado una fuerza hispano-italiana de 300 galeras y 24 000 soldados ocuparon Túnez en 1535. El sultán háfsida fue entonces restablecido en sus derechos bajo la protección de Carlos I y el país pasó a estar bajo tutela del reino de España.

Reconociendo la inutilidad de la resistencia armada, Barbarroja abandonó Túnez tiempo antes de que llegaran las naves cristiana.

Navegó entonces hacia Argel y desde allí hizo incursiones por los pueblos costeros de España, destruyendo los puertos de Mallorca y Menorca; además, capturó varias galeras españolas y genovesas, liberando a sus remeros esclavos musulmanes. En septiembre de 1535 logró repeler otro ataque español a Tremecén.
En septiembre de 1540 Carlos I contactó a Barbarroja y le ofreció nombrarlo su Almirante en jefe y hacerlo gobernador de los territorios españoles en el Norte de África, pero su oferta fue rechazada.

Año 1541.
Frustrado al no convencer a Barbarroja que cambiase de bando, en octubre de 1541, Carlos I en persona asedió Argel, con la intención de terminar con la amenaza que representaba el corsario a los dominios españoles y la navegación de los cristianos en el Mediterráneo.
La temporada no era la más adecuada para tal campaña, y tanto Andrea Doria, comandante de la flota, como el ya mayor Hernán Cortés, a quien Carlos I había solicitado que participara en la campaña, intentaron disuadirlo, pero fracasaron. Al final, una violenta tormenta golpeó a la flota española; Andrea Doria dirigió a su flota mar adentro para evitar colisionar contra la costa, pero gran parte de ella naufragó. Luego de luchar en tierra sin mucho éxito, Carlos I decidió retirarse con sus tropas, gravemente afectadas.

Año 1543.

En 1543 Barbarroja se dirigió hacia Marsella para ayudar a Francia, entonces aliada con el Imperio otomano, y atravesó el Mediterráneo con una flota de 210 naves (un total de 30 000 soldados otomanos), incursionando en varios puertos italianos y españoles, antes de asediar Niza, conquistándola el 5 de agosto de 1543 por solicitud del rey francés Francisco I, aunque la tuvieron que abandonar sin ocupar la ciudadela debido a la llegada de tropas imperiales.
El almirante turco desembarcó en Antibes y en Île Sainte-Marguerite cerca de Cannes, luego saqueó la ciudad de San Remo, otros puertos de Liguria, Mónaco y La Turbie. Pasó el invierno con su flota y 30 000 soldados turcos en Tolón, pero enviaba ocasionalmente a sus tropas desde allí a bombardear las costas de España.
Por último, Solimán I y Carlos I firmaron una tregua en 1544.
No obstante, Barbarroja continuó ese mismo año haciendo incursiones en diversos puertos europeos en el Mediterráneo hasta que regresó a Estambul. En 1545 dejó la ciudad para realizar sus últimas expediciones navales, durante las cuales bombardeó varios puertos de la península ibérica y desembarcó en Mallorca y Menorca por última vez. Luego zarpó de vuelta a Estambul y construyó un palacio en el Bósforo.

Año 1560.

Durante este tiempo, el gobierno otomano se dotó de la flota que le hacía falta. En 1560, Turgut Reis llegó a Yerba y, en 1574, Túnez fue retomada por los otomanos que la convirtieron en una provincia de su imperio en 1575. Los gobernadores turcos se afincaron en los puertos mientras los beduinos mantuvieron su propio gobierno.

Año 1581.
En 1581, Felipe II de España reconoció como posesión turca la regencia de Túnez, así como la de Argel, la Cirenaica y la Tripolitania, convirtiéndose para los cristianos en las "regencias berberiscas".
Desde entonces, Inglaterra y Francia tomaron el relevo a España en el Mediterráneo occidental: la primera atacó las bases berberiscas en 1622, 1635 y 1672; la segunda lo hizo en 1661, 1665, 1682 y 1683.

Año 1602 en Hammamet, el ataque cristiano.

En 1602 la ciudad sufrió un ataque sorpresa y uno de los más demoledores de su historia por parte de los caballeros de la Orden de Malta. La ciudad esperaba la llegada de la escuadra de Murad Rayis. Los caballeros, conscientes de ese dato, lo aprovecharon para lanzar un ataque rápido a la ciudad, partiendo desde Malta con cinco galeras, cinco fragatas y cinco falúas.
Con tal de no levantar sospechas, enarbolaron las banderas de los gallardetes turcos, se pusieron turbantes en la cabeza y tocaron el tamboril a la turca con tal de que les tomaran por galeotas de Murad Rayis. La estrategia del general español les permitió anclar muy cerca de tierra. El pueblo de La Mahometa, en ver el amarre de la escuadra y creyendo que se trataba de las tropas de Murad, abrieron las puertas y salieron de la fortificación para recibirles con honores en la playa, lo que facilitó el posterior saqueo y el aprisionamiento de centenares de autóctonos, así como la destrucción parcial de la ciudad por parte de los caballeros de la Orden de Malta.
(...) Capturamos a todas las mujeres y a los niños, algunos hombres (...); entramos en la ciudad, la saqueamos. Embarcamos4 setecientas almas. Vienen de improviso más de tres mil moros en su ayuda, tanto a pie como a caballo, por lo que prendimos fuego a la ciudad y embarcamos (...) Después de esto regresamos a Malta, contentos; ahí derroché un poco de lo que había ganado.
Algunos marineros quedaron rezagados y fueron prisioneros de los musulmanes. Sobre su destino, está escrita otra historia.